Las Cosas de Arriba (Las bendiciones futuras)
La vida eterna es la bendita y más grande esperanza del creyente. No obstante, a menudo solemos enredarnos tanto, tanto (aún en asuntos legítimos de este mundo) que perdemos de vista aquellos aspectos tocantes al futuro glorioso que nos aguarda en el Paraíso de Cristo, en la presencia de Cristo, en la gloria de Cristo.
Es de gran utilidad recordar que los hijos de Dios somos extranjeros y peregrinos. Extranjeros, porque tenemos una cultura, un lenguaje, unas costumbres y unas leyes muy distintas a las de este mundo; y peregrinos, porque no somos de este mundo; simplemente vamos de paso por este mundo. Así pues, cuando comprendemos verdaderamente el concepto de peregrinaje terrenal, de inmediato deberían venir a nuestra mente asuntos relacionados con el futuro celestial.
Es así como quienes por la gracia de Dios poseemos la bendita esperanza de vivir eternamente en la dulce presencia del Creador, jamás deberíamos olvidarnos de las cosas de arriba, de las celestiales, de las eternas, de aquellas que ganó el Señor Jesucristo para nosotros, y que disfrutaremos por toda la eternidad; cosas, que, dicho sea de paso, sólo pueden verse y abrasarse con los ojos de la fe.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. v2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Pero, antes de abrazar las Cosas de Arriba…
Mientras esa promesa de vida eterna se «materializa» en aquella perfecta realidad que tanto anhelamos, no podemos escapar a la realidad de que vivimos en un mundo caído, agobiado por el pecado y trastornado por la persistente oposición a la Ley de Dios. Sin embargo, en medio de la desesperanza de este mundo, nosotros, los poseedores de esa esperanza inmarcesible, nos ejercitamos día a día en cada adversidad, en cada problema, en cada dolencia corporal y en cada aflicción.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Tales cosas producen dolor en el alma, sacan lágrimas de nuestros ojos, y causan congoja en nuestro corazón; más si las vemos en el gran esquema del plan redentor, todas esas cosas obran para bien a los que amamos al Señor, y en última instancia sólo deberían producir un mayor anhelo por la presencia de Cristo en nosotros (mientras peregrinamos), y de que nosotros estemos en la presencia de Cristo (al final de nuestro peregrinaje).
¿Triste o preocupado? ¡Pon los ojos en Jesús!
Por tanto, creyente, si andas cabizbajo o meditabundo, o si estás desilusionado o cansado, detente; levanta los ojos de la fe y mira la plétora de bendiciones que descienden de lo alto. Pero, por sobre todas ellas, pon tu mirada en Cristo. ¡Mira a tu Salvador! … a Aquel que, sentado a la diestra del Padre, vive y reina desde los siglos y por todos los siglos de los siglos. Corre pronto a Él, y deléitate en los raudales de gracia que fluyen incesante y abundantemente de Su Trono, y tu alma reposará en su presencia.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
¡Qué tristezas aquellas que algunas Providencias nos causan! … ¿Pero sabes que hay algo más triste que eso? Sí; que como creyentes nos enfoquemos más en las enfermedades, las desilusiones, las dificultades y las persecuciones que en Aquel que es infinitamente superior a ellas, que nos puede librar de ellas, y que siempre las usa para Su gloria y el bien de nuestras almas.
De nuevo,
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
De mi alma brota un consejo: Fija tus ojos en el Señor Jesucristo, mantén tus oídos atentos a Sus Palabras y lleva tu mente cautiva a la Suya, para que mientras pisas este mundo, ni te distraigas con las cosas «de abajo» ni tampoco te sobrecojas con las aflicciones inherentes a este mundo caído.
[…] puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Mientras peregrinas por este mundo… ¡gózate en el Señor!
¡Aun cuando seas perseguido!
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. v12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos […]
¡Aún si hay escasez!
Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Hab 3:18 Con todo, yo me alegraré en Jehová,Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
¡Aun cuando las necesidades se apilen o cuando la angustia desgaste!
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Así pues, mientras peregrinas y sufres… mientras caminas por este mundo y te enfermas, te traicionan, te roban, te ultrajan y te persiguen, ¡no pierdas de vista dos cosas!
La primera. Que esas cosas Dios las usa para recordarte que 1) Eres un peregrino, 2) Que este mundo caído no es tu casa, 3) Que debes alimentar a diario tu anhelo de glorificar al Señor y de estar en su presencia, y 4) Que debes poner tu mirada en Cristo (Heb 12:2) y en las cosas de lo alto (Col 3:1-2).
La segunda. Que debes esforzarte a diario por glorificar a Dios y gozarte en Él … ¿Por qué? ¡Porque ese es la meta más alta por la que fuiste creado y salvado!
¿Cuál es el fin principal de la existencia del hombre? R. El fin principal de la existencia del hombre es glorificar a Dios, y gozar de él para siempre.
Catecismo Menor de Westminster
César García, pastor bautista reformado confesional. Casado hace 23 años con Leticia, mi amada esposa, y con dos hijos. Viví en Londres por casi 18 años. Salvo por la gracia de Dios el 28 de Abril del año 2001. Cursé mis estudios teológicos en el Seminario Bautista Reformado de Londres del Tabernáculo Metropolitano (el de Spurgeon). Reconocido y comisionado por el Dr. Peter Masters y los ancianos y diáconos del Tabernáculo Metropolitano. Sólo un instrumento del Señor para la plantación de Gracia Redentora (Pereira, 2013) y de MIREFORMA (Manizales, 2019). ¿Mi anhelo? Llegar a ser un siervo inútil.