Tomado del Magazine “Sword and Trowel” 2014, 1ra edición.
Escrito por el Dr. Peter Masters
Nota: Debido a lo extenso de este artículo, hemos decidido dividirlo en 3 partes, siendo esta, la primera. La segunda será publicada el 11 de Septiembre, mientras que la tercera, lo será el 15 del mismo mes.
¿Estamos preparados para nuestra peregrinación, o esperamos recibir mucha satisfacción y beneficios de esta tierra extraña?
El concepto del peregrinaje es tremendamente importante para el cristiano, pues le aporta la guía necesaria en todas las circunstancias de su vida.
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Hebreos 11.13
¿Quiénes son los peregrinos de la Biblia?
La Biblia está llena de ejemplos de peregrinaje. El capítulo 11 de Hebreos habla entre otros de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, quienes son descritos como «extranjeros y peregrinos sobre esta tierra».
El término “extranjeros” literalmente hace referencia a personas de una cultura y un idioma diferente. “Peregrinos” son aquellas personas que viven temporalmente en un país extranjero, lejos de su propio pueblo. Los peregrinos, definidos en los términos del contexto del libro de los Hebreos, viven en otro país junto a la comunidad residente, pero no se integran plenamente. Están allí por un tiempo, para luego ir a casa. No hay duda de que ellos pueden alcanzar logros y hacer cosas que redundan en el beneficio del país donde viven (de la manera como lo hizo José), mas nunca dejarán de ser peregrinos.
Otra cosa importante que se puede decir de estos peregrinos es que ellos no son expatriados. Los expatriados son quienes optan por establecerse voluntariamente en otro país, bien sea porque están haciendo su carrera allí, o porque este país extranjero les gusta más que su propio país. Observemos que la mayoría de los “expatriados” están donde están porque quieren estar allí. Pero el forastero o el genuino peregrino al que la Palabra de Dios hace referencia, no tiene ningún deseo ardiente de estar donde está, con excepción de servirle al Señor, de laborar en la salvación de las almas y de amar a Su familia. El principal interés de un peregrino no está en el país donde reside en la actualidad.
La importancia de tener en claro el concepto de peregrinaje
Al comienzo afirmamos que el concepto de la peregrinación o del peregrinaje es tremendamente importante para el cristiano, porque en todas las circunstancias de la vida este le brinda una precisa orientación sobre su rumbo de vida. Sin este concepto llegamos a ser excesiva e innecesariamente sensibles a todos los problemas y las pruebas en esta vida.
El concepto del peregrino es supremamente importante en tiempos actuales, pues un número creciente de evangélicos están adoptando una postura «culturalmente progresista», o quieren convertirse en personas «culturalmente relevantes»; estos evangélicos abogan por una mayor involucración del creyente en este mundo, pero la misma palabra “peregrino” tiene un sonido de advertencia que nos recuerda de nuestro deber de ser distintos y apartados para Cristo.
La nueva enseñanza de hoy dice que debemos amar este mundo, hacer las cosas que hacen los mundanos, cantar sus canciones, escuchar sus géneros musicales, bailar sus danzas, ver sus películas, etc. Pero en contraste, no sólo tenemos aquel famosísimo libro, El progreso del Peregrino, que nos muestra poderosamente el significado del término “Peregrino”, sino que, y por encima de todas las cosas, tenemos innumerables ejemplos en la Palabra de Dios: Recordamos cómo Jacob habló de «los días de mi peregrinación”; y a David hablando de sí mismo en estos términos «¡Yo soy un extranjero y advenedizo!». Recordemos cómo David era el rey de su pueblo y sin embargo, se declaró a sí mismo como un extranjero y un residente temporal en este mundo. ¿Pero qué del apóstol Pedro? Él se refirió también a
los creyentes como «extranjeros y peregrinos».
¿Nos identificamos realmente con el término “Peregrino”?
Los héroes de la fe en el libro de Hebreos 11 “murieron en fe, sin haber recibido las promesas [en su vida terrenal], sino mirándolas de lejos, y creyéndolas y saludándolas”. El motor de las vidas de estos héroes de la fe fue las promesas de un hogar eterno; ellos testificaron por su estilo de vida que eran extranjeros y peregrinos sobre esta tierra. Es como si todos ellos, por medio de sus vidas, hubiesen dicho de manera literal: “Nosotros no pertenecemos aquí. Habitamos en este mundo temporalmente y somos extranjeros que vivimos en tiendas de campaña con deseos de algo mucho mejor»
Siempre que hay una gran catástrofe en un país rico como los Estados Unidos de América, quizás un terrible huracán que destruye casas y posesiones, vemos las cámaras de televisión centrarse en los residentes afectados. En el fondo vemos casas destruidas y posesiones esparcidas por todas partes. Sin duda, muchas de estas personas están aseguradas y sobrevivirán: obtendrán nuevos bienes, construirán
nuevos hogares y sin embargo, se les ve perturbados e inconsolables como si el mundo hubiese llegado a su fin.
Somos totalmente conscientes de la conmoción y agitación, y también de la tristeza de perder cosas valoradas y queridas, pero muy a menudo vemos una reacción más apropiada para las pérdidas de muchas vidas. Evidentemente este desastre ha significado demasiado para quienes han sufrido la pérdida de las cosas que poseían. Lo que ha sucedido, es para ellos, el golpe más fuerte imaginable, pero los “Peregrinos” de la Biblia nunca pensaron así, pues este mundo no era su lugar ni su hogar.
Las pérdidas terrenales y las decepciones nunca fueron el fin del mundo para ellos porque sus mentes y sus corazones no estaban
fijadas en lo terrenal. En cierto sentido, viajaron sin mucha carga por la vida y de esa manera debemos también hacerlo nosotros.
El concepto de peregrinaje tipificado en las fiestas de los hebreos.
Había tres fiestas de peregrinación en el Antiguo Testamento cuando el pueblo iba a Jerusalén. La primera era la Pascua; en ella se conmemoraba la liberación de Egipto. La segunda, Pentecostés; esta era una fiesta que conmemoraba el final de la cosecha. Y, por último, la Fiesta de los Tabernáculos, que marcaba el final del trabajo del año agrícola: pero esta fiesta era especial, pues en ella los hebreos solían hacer tiendas de campaña y dormían en ellas, recordando así la manera como sus antepasados habitaron en tiendas mientras marchaban por el desierto hacia la tierra prometida.
Todas estas fiestas tenían que ver con la peregrinación; cada una de ellas les recordaba a las personas que sus vidas son un peregrinaje. En sus viajes hacia Jerusalén, ellos cantaban los salmos de peregrinación, también conocidos como los cánticos graduales (Salmos 120-134), especialmente durante el ascenso final a la ciudad.
¿Estamos preparados para la peregrinación, o ¿esperamos que de esta tierra extraña venga satisfacción?
Como extranjeros debemos aprovechar todas las oportunidades para hacer de este mundo un mejor lugar, quizás más amable o justo para vivir; pero por encima de lo anterior, tenemos que entender que este mundo no es nuestro hogar ni nuestro lugar, y que, por vivir como un peregrino de la Biblia, muchas personas del mundo se resentirán al vernos honrar al Señor por medio de una vida que busca, no las cosas de este mundo, sino aquellas cosas celestiales y eternas que este mundo no puede ver.
Es una herejía pensar que el propósito de Cristo es la reforma social del mundo. Las buenas obras de los creyentes son parte de nuestro testimonio, pero la visión bíblica clara del mundo es esta: este es un mundo caído y condenado, y Cristo está reuniendo a su pueblo de los cuatro extremos de la tierra, por medio de la predicación del Evangelio de Su gracia.
Nosotros no pensamos como los mundanos (aunque una vez que lo hicimos), ni tenemos sus mismas metas y aspiraciones; tampoco disfrutamos de sus prácticas, ni nos reímos de las cosas vulgares de la que ellos se ríen. La obra de Dios en nosotros nos lleva a tener una cosmovisión diferente, una basada en la Escritura; una que nos recuerda que somos peregrinos. Por tal razón, estamos destinados a ser vistos como sospechosos, incomprendidos y hasta odiados
Aunque mucha gente pueda ser respetuosa con nosotros, y quizás agradecidos, serán muchos más los que mostrarán su hostilidad para con nosotros, de una manera u otra, en un grado u otro. Todos los creyentes en algún momento sufren algún tipo de persecución, y para muchos, estos momentos serán amargos. Si no entendemos que somos peregrinos en busca de nuestra patria celestial, y que nuestra esperanza no yace ni en este mundo, ni en ninguna de las cosas que este mundo ofrece, tal desprecio y persecución por parte de los residentes de este mundo, entonces va a ser muy doloroso para nosotros.
Si sabemos lo que significa ser peregrinos para Cristo, entonces entendemos esto, y obtendremos de parte suya nuestra paz y nuestro gozo. Esperamos ser calumniados e injustamente tratados por el mundo. No sólo el mundo es hostil a nosotros, sino que también lo es el diablo. Este a menudo se aprovecha de nosotros mientras estamos “en el camino”, aún lejos de casa, y nos dispara dardos de tentación, abatimiento, e incluso de dudas en lo que respecta a nuestra salvación.
Por tal razón es de suma relevancia que siempre tengamos presente que los creyentes contamos con muchas ayudas y bendiciones en
nuestra peregrinación para contrarrestar tales ataques. ¿Cuáles son esas tremendas ayudas y bendiciones? La segunda parte del presente artículo nos lo dirá.
La segunda parte de este artículo está disponible ahora.
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