Pocas cosas son tan reconfortantes para nosotros en este mundo caído como el ser recordados que somos del Señor.
Rom 14:8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Pertenecemos a Cristo porque así lo dispuso el Padre desde la eternidad pasada; porque Él Hijo se entregó a sí mismo por nosotros, nos compró con el precio de su propia sangre, y nos redimió de la maldición de la Ley para hacernos suyos.
No nos pertenecemos a nosotros mismos, le pertenecemos al Señor, y esa verdad debe alentar el corazón de todo verdadero creyente. Si nos perteneciéramos a nosotros mismos, deberíamos temer, alarmarnos, y hasta deberíamos preocuparnos, pues estaríamos a merced del enemigo de nuestras almas.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Pero somos del Señor, estamos en el Señor y jamás nada ni nadie podrá de Él separarnos. Su Palabra nos llama, pueblo suyo, Su especial tesoro, Su porción, Sus hijos, y el Buen Pastor nos recuerda que somos ovejas de Su prado.
Cuando no somos conscientes de que somos del Señor
¿Qué nos hace falta si somos del Señor, o ¿de qué tenemos miedo si a Él le pertenecemos? La verdad es que, estos y muchos otros temores asaltan al creyente con cierta violencia, causando desánimo. En algunas ocasiones, los creyentes se sienten solos, desprotegidos o abandonados… pero… ¿cuál es la razón? Muy a menudo la razón es que el hijo de Dios no dedica tiempo suficiente para meditar en las profundas implicaciones de la gloriosa verdad que estamos considerando: del Señor somos. Rom 14:8
Si has confiado en Cristo, y por Su gracia te has arrepentido de tus pecados, entonces dedica ahora, si puedes, un poco de tiempo para meditar en que «eres del Señor», y si del Señor eres, entonces si pides perdón en Su nombre, Él siempre te perdonará; si más fe, Él siempre te la dará; si más sabiduría, sin reproche te la concederá. Sé más consciente tu unión a Cristo, hermano, y piensa por las infinitas bendiciones que por Su gracia tienes al haber sido adquirido por el Señor.
Vivamos verdaderamente para el Señor
Entonces… ¡sí!, somos de Cristo y la presencia de Su Espíritu nos alienta… ¡sí!, somos de Cristo y la pertenencia a su familia nos conforta. Y si tales cosas son ciertas en su vida, no pierdas de vista que siendo amados por Él, comprados por Él, animados por su Espíritu y protegidos como miembros de Su familia, hay una y sólo una manera de probar que somos conscientes de todas las bendiciones que en Él tenemos, y es esta: caminando tras Él, imitándole, sirviéndole, y amándole en obediencia.
Regocijémonos en humildad y gratitud por quienes somos en Cristo; agradezcamos al Señor con nuestras vidas por todas las bendiciones en Cristo y como dice el Apóstol, sea que vivamos o muramos no nos angustiemos, porque del Señor somos.
César García, pastor bautista reformado confesional. Casado hace 23 años con Leticia, mi amada esposa, y con dos hijos. Viví en Londres por casi 18 años. Salvo por la gracia de Dios el 28 de Abril del año 2001. Cursé mis estudios teológicos en el Seminario Bautista Reformado de Londres del Tabernáculo Metropolitano (el de Spurgeon). Reconocido y comisionado por el Dr. Peter Masters y los ancianos y diáconos del Tabernáculo Metropolitano. Sólo un instrumento del Señor para la plantación de Gracia Redentora (Pereira, 2013) y de MIREFORMA (Manizales, 2019). ¿Mi anhelo? Llegar a ser un siervo inútil.