Comentario al Salmo 6
Oh Señor, libra mi alma
Sal 6:1 Al músico principal; en Neginot sobre Seminit. Salmo de David. Jehová, no me reprendas en tu enojo, Ni me castigues con tu ira.
Sal 6:2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.
Sal 6:3 Mi alma también está muy turbada; Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
Sal 6:4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia.
Sal 6:5 Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?
Sal 6:6 Me he consumido a fuerza de gemir; Todas las noches inundo de llanto mi lecho, Riego mi cama con mis lágrimas.
Sal 6:7 Mis ojos están gastados de sufrir; Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.
Sal 6:8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro.
Sal 6:9 Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová mi oración.
Sal 6:10 Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; Se volverán y serán avergonzados de repente.
Sal 6:1 Al músico principal; en Neginot sobre Seminit. Salmo de David. Jehová, no me reprendas en tu enojo, Ni me castigues con tu ira.
Comentario: Aquí podemos escuchar la voz de la consciencia del salmista; él sabía que sus pecados (si pasados o presentes, no lo podemos determinar) merecían no sólo la reprensión del Altísimo, sino su castigo. Sin embargo, no creo que el texto permita inferir que David estaba en pecado al momento de escribir el Salmo; me inclino más bien a pensar que la enfermedad de la que David se queja a continuación trajo a su memoria su pecado pasado, y pensando en ese repudiable pecado, el salmista habla como si Dios ahora lo estuviese visitando enojado y airado para darle lo que estos merecían.
De hecho Calvino dice algo interesante: «David no se limita a atribuir a Dios las aflicciones que padece ahora, sino que las reconoce como la justa recompensa de sus pecados» – Los creyentes no harían bien en atribuirle a Dios las causas de sus desgracias y enfermedades con una fría mente teológica, sin detenerse antes a pensar al respecto de su vida, de sus pecados presentes, y de si, al respecto de estos pecados, en realidad ha habido un sincero arrepentimiento. Si bien es cierto que las enfermedades no siempre son la consecuencia del pecado –y esto es muy importante que lo tengamos en cuenta, también es cierto que no podemos descartar de tajo que sí lo puedan ser; debemos orar y escuchar la voz de nuestras consciencias para determinar la posible causa.
Otra cosa que es importante notar en este versículo es que David no le está diciendo al Señor que no lo reprenda o que no lo castigue; esto sería una inferencia descabellada que atenta contra la enseñanza de la Escritura de que el pecado siempre conlleva castigo; ¿qué grado y de qué modo? No nos corresponde a nosotros determinarlo, ¡es una prerrogativa Divina! Lo que David le dice al Señor es que no lo reprenda ni lo castigue con ira. David era consciente de la magnitud de su pecado y de que justamente merecía ser reprendido en enojo y castigado con ira. Esa profunda convicción es la que mueve a David a rogarle al Señor que muestre su misericordia, no procediendo a castigarlo de la manera en la que él creía que merecía serlo.
Sal 6:2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.
Sal 6:3 Mi alma también está muy turbada; Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
Comentario: Noten al salmista pidiendo misericordia; no simplemente diciendo «Ten misericordia de mí, oh Jehová«, sino esgrimiendo su estado de salud (porque estoy enfermo) como un argumento para que el Altísimo lo tratara de manera misericordiosa. La expresión «mis huesos se estremecen» nos pueden sonar a nosotros como a poesía; sin embargo, el original hebreo proyecta una idea aterradora: la de una persona cuyos huesos estaban en tormentoso dolor.
El texto, pues, nos permite inferir que el cuerpo de David en ese momento era el de alguien con gran dolor. Tal dolor es como la cuerda de una guitarra, que al ser movida con el dedo, produce vibraciones que repercuten en otras partes de dicho instrumento. Asimismo, el dolor corporal a menudo repercute en el estado espiritual de una persona, y el estado espiritual de una persona puede ser tal, que repercuta en el cuerpo de la persona y afecte su salud. Sea cual hubiese sido el caso de David en este pasaje, él nos intima que su alma está turbada (temblorosa y asustada); de hecho, «muy turbada«.
La expresión «Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?» a primera vista pareciera sonar bastante insolente, como si el Señor no supiera el momento exacto de cuándo conceder una medida de alivio para su ser (un cuerpo enfermo y un alma turbada). Es justo resaltar que en esta expresión no hay nada de insolente de parte del salmista, sólo un profundo gemir piadoso de alguien que está profundamente abatido. Cuando la expresión «Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?» es brota de un corazón humillado delante de su Hacedor, pero no a manera de reclamo afanoso por ser sanado, o de frustración pecaminosa por no haberlo sido, el uso de tal expresión (o similares para el mismo efecto), es válida en la oración de toda alma piadosa que esté turbada.
A la postre, esta expresión no es para ser leída como un «oiga, Señor, y hasta cuándo tengo que esperar para que tengas misericordia de mi (1)», sino como un «Tu, Oh! Señor, ¿cuándo tendrás misericordia de mi (2)» … ambas lecturas son muy diferentes: la fuente de la primera frase es un corazón que reclama algo a lo que no tiene derecho, mientras que la fuente de la segunda es un corazón humillado que clama misericordia a un Dios misericordioso.
Sal 6:4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia.
Comentario: Piense en una persona en medio de un lago muy grande, cuya orilla está tan distante que es imposible nadar hasta allí. Cansado de sobrellevar esta dificultosa situación, llega un punto en el que no puede más. Él ve el bote salvavidas a lo lejos, pero cansado en su cuerpo y angustiado en su alma, decide gritar por última vez «sálvenme, o auxilio» antes de no poder evitar más su descenso al fondo del lago. Creo que tal ilustración, aunque simple, cumple con la labor de mostrarnos el estado en el que David se encontraba cuando clamó al Señor, diciendo: «Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia.«
En este versículo se basaron quienes titularon el salmo «oh Jehová, libra mi alma» y resume el sentimiento de David al escribir este salmo. Sin embargo, una aclaración es pertinente: esta petición que David eleva a Jehová de ser salvo, no puede ser interpretada como si David no fuera salvo en el sentido de no haber sido justificado por la gracia de Dios mediante la fe en el Mesías prometido. No; sino que debe ser interpretada como una petición de socorro para ser librado de las extenuantes circunstancias por las que estaba pasando. Sí, la petición es dramática y refleja la necesidad del salmista, pero es una petición de socorro y ayuda, pues su ser estaba bajo el peso de la aflicción, no una en la que él esté pidiendo ser salvo por medio de su fe.
Sal 6:5 Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?
Comentario: Como ya consideramos la palabra Seol y sus dos posibles significados, ahora sólo nos limitaremos a responder la siguiente pregunta: ¿creía David que sus pecados lo llevarían al infierno, o ¿hacía sólo referencia al estado de aquellos que ya no viven? El comentarista puritano Matthew Poole no duda en afirmar que David «estaba en graves agonías de conciencia, y pensando en el terror de la ira de Dios y su condenación eterna». Henry dice algo que no dista mucho de la postura anterior: «En la segunda muerte (al respecto de la cual quizás David, estando ahora turbado en el alma por la ira de Dios, tuvo algunos espantosos aprensiones) no hay un recuerdo agradable de Dios; diablos y espíritus condenados lo blasfeman y no lo alaban» Henry continúa argumentando: Es como si la oración del salmista fuera “Señor, no me dejes estar siempre bajo esta ira, porque esta me llevará al seol, que es el infierno mismo, y me pondrá bajo una incapacidad eterna para alabarte”
Pese a que reconocemos que la consciencia de David habla fuerte y claro en el v1, no puedo estar de acuerdo en esta oportunidad con mis hermanos puritanos. Particularmente creo que David, aunque estaba muy turbado espiritualmente, no estaba lleno del pánico infernal en el que ultimadamente naufragan los impíos. Lo que David hace al usar la palabra Seol, es aumentar la fuerza de sus argumentos delante del Señor. Vean ustedes como la fuerza de sus argumentos aumenta a medida que el salmo se desarrolla; primero clama misericordia y esgrime el argumento «porque estoy enfermo«; ahora clama salvación y esgrime el argumento «porque en (la muerte) el Seol ¿quién te alabará?«
¿Podrá la palabra Seol en este contexto significar el infierno? Es obvio que no. David sólo habla del caso hipotético de que Dios no sea misericordioso con él, y que como consecuencia él muera. Con alto grado de certeza creo que lo que David argumenta se puede resumir en esta frase «¿Qué muerto te alabará, siendo Tú, Jehová un Dios de vivos?» Creo que es imposible llegar a una conclusión diferente a que Seol, en este versículo, no hace referencia al infierno, sino al estado de los muertos, o lo que es igual, al ámbito de las personas que ya no viven. Albert Barnes dice sabiamente «El significa de Seol aquí no difiere materialmente de la palabra «tumba».
Sal 6:6 Me he consumido a fuerza de gemir; Todas las noches inundo de llanto mi lecho, Riego mi cama con mis lágrimas.
Sal 6:7 Mis ojos están gastados de sufrir; Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.
Comentario: Las expresiones contenidas en estos versículos son transparentes, muy dicientes y de obvia comprensión. Sin embargo, el v7 aporta un elemento que no nos sorprende: los impíos como una segunda fuente de la angustia y tristeza que él estaba viviendo (siendo la primera, la consciencia de su pecado).
Entonces, parece que en este salmo habla un David que, además de estar enfermo corporalmente y angustiado espiritualmente (como ya lo explicamos), también estaba siendo perseguido por los impíos que procuraban su muerte.
Sal 6:8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; Porque Jehová ha oído la voz de mi lloro.
Sal 6:9 Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová mi oración.
Sal 6:10 Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; Se volverán y serán avergonzados de repente.
Comentario: Los versículos 8 y 9 tienen un común denominador: ¡fe! Esa fe era la certeza inequívoca de que su lloro y sus oraciones habían sido escuchados por Jehová. El testimonio del salmista al respecto de que el Altísimo le había escuchado nos da pie para reiterar lo que hemos dicho con anterioridad: Argumentar con el Señor no es pecado, siempre y cuando sea una argumentación piadosa, conforme a la revelación de Dios en Su Palabra, y que busque Su gloria (la de Dios) por encima de cualquier ventaja personal.
El v10 no es una imprecación, es sólo la expresión de su convicción en la justicia de Dios. De la manera en la que David estaba seguro de que el Señor había escuchado sus oraciones v8-9 , asimismo él estaba seguro de que sus enemigos serían turbados y avergonzados v10.
César García, pastor bautista reformado confesional. Casado hace 23 años con Leticia, mi amada esposa, y con dos hijos. Viví en Londres por casi 18 años. Salvo por la gracia de Dios el 28 de Abril del año 2001. Cursé mis estudios teológicos en el Seminario Bautista Reformado de Londres del Tabernáculo Metropolitano (el de Spurgeon). Reconocido y comisionado por el Dr. Peter Masters y los ancianos y diáconos del Tabernáculo Metropolitano. Sólo un instrumento del Señor para la plantación de Gracia Redentora (Pereira, 2013) y de MIREFORMA (Manizales, 2019). ¿Mi anhelo? Llegar a ser un siervo inútil.