Comentario al Salmo 3

La Salvación es de Jehová

Sal 3:1  Salmo de David, cuando huía de delante de Absalón su hijo. ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí.
Sal 3:2 Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios. Selah
Sal 3:3 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
Sal 3:4 Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Selah
Sal 3:5 Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba.
Sal 3:6 No temeré a diez millares de gente, Que pusieren sitio contra mí.
Sal 3:7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste.
Sal 3:8 La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah

Palabras o frases clave

Observaciones preliminares

Los títulos de los salmos son inspirados; por tanto se deben leer como palabra de Dios. De igual manera la palabra Selah : también debe ser leída como palabra de Dios.

Palabras clave

Selah: Si bien se ha debatido qué es lo que significa con exactitud la palabra en su original hebreo, se ha llegado a la aceptación más o menos general de que Selah corresponde a un llamado que el escritor del texto hace para que su lector se detenga.

En la versión griega llamada de la Setenta o Septuaginta (la Septuaginta es la traducción en el idioma griego del Antiguo Testamento escrito en hebreo y arameo), la palabra Selah se traduce como diapsalma, la cual indica una pausa en la música cantada.

Sea lo que sea que en verdad signifique la palabra Selah , (si pausa en la lectura, o pausa en el canto) en última instancia la palabra Selah denota pausa. A medida leemos tan rápido que una pausa nos vendría bien. Le invito, si así lo desea, a realizar una breve pausa cuando encuentra la palabra Selah con el fin de meditar en lo que acaba de leer.

Tema

Este salmo tiene un tema particular, y este tema lo define su título inspirado «Salmo de David, cuando huía de delante de Absalón su hijo«. No necesariamente en el momento en el que huía de Absalón, sino quizás cuando reflexionaba retrospectivamente al respecto de ese evento lamentable.

Prefacio

Una buena manera de abordar este salmo es primero identificando sus partes. A grosso-modo podemos identificar 4 partes:

  1. David describe la realidad de sus muchos adversarios. Salmo 3:1-2
  2. David expresa una confianza inamovible en Jehová pese a esos muchos adversarios y a lo que ellos quisieran hacer en contra suya. Salmo 3:3-4
  3. David testifica del obrar del Señor en su cuerpo y alma: habla de su descanso corporal Salmo 3:5 y del ánimo en su alma Salmo 3:6
  4. David clama al Señor pidiendo salvación de sus adversarios Salmo 3:7, reconociendo que la salvación es de Jehová, Salmo 3:8

El salmo 3 no presenta mayores dificultades exegéticas. Salvo por la presencia de una figura hiperbólica («millares de gente»), y de otras de diverso tipo metafórico («levántate, Jehová» o «los dientes […] quebrantaste»), este salmo es muy fácil de leer para el lector promedio; incluso si el lector no logra determinar con exactitud el significado de las metáforas aquí contenidas, la integridad del mensaje en términos generales  podrá ser mantenido y su significado podrá ser establecido con sencillez, claro está, si se ha orado previamente al Espíritu por entendimiento y si se ha leído con detenimiento.

Con esto en mente, acerquémonos a contemplar esta sencilla pero diciente composición inspirada, donde de seguro el lector podrá encontrar una voz de aliento.

Sal 3:1 Salmo de David, cuando huía de delante de Absalón su hijo. ¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí.

Comentario: Si David escribió este salmo mientras huía, o si lo escribió después de haber regresado al trono, es algo que es difícil de determinar. Lo que no debe presentar ninguna dificultad para el lector, es imaginar cuán desesperante debió ser la vida de alguien que estaba siendo perseguido para ser asesinado. ¡Cuánta angustia debió padecer aquel que estaba siendo perseguido para ser asesinado por su propio hijo! A menudo se dice «que los golpes más duros provienen de aquellos con los que hemos tenido cercanía» … bien reza la Palabra en Sal 41:9 Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar.

Pero allí no termina todo. El autor inspirado habla de la multiplicación de sus adversarios; de aquellos que se rebelan en contra de su autoridad, y «se alzan en armas*» para derribarlo y así derrotarlo: ese es el sentido. (*armas. No necesaria y exclusivamente con armas de guerra, sino figuradamente con todo tipo de artimañas, planes, maquinaciones y engaños). Pero, ¿quiénes eran esos «muchos» que se habían levantado contra él? Además de su hijo Absalón, estaba Ahitofel (quien fuera consejero suyo en el pasado), y junto a ellos, todos los que seguían sus órdenes. Recuerde el lector que en aquel entonces, Ahitofel «manejaba las cuerdas del poder» en todo el reino, y su palabra era como palabra de Dios. 2 Samuel 16:23 

Sal 3:2 Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios. Selah

Comentario: ¡Esa ha sido la típica expresión del hombre poderoso y perverso que persigue a sus víctimas indefensas, y esa fue seguramente la expresión que Ahitofel y/o Absalón profirieron en contra de David! … Esta expresión debe ser leída como «Ni siquiera Dios lo podrá librar de mis manos«. Si bien jamás podremos determinar con plena certeza qué llevó a los impíos a afirmar estas cosas en contra de David, creo que de manera segura sí podemos pensar que los impíos creyeron, al ver cuán fácil fue sacarlo de su trono, y cuán sencillo fue que abandonara Jerusalén, que Dios lo había abandonado. ¡Cuán equivocados estaban ellos, y cuán equivocados están quienes piensan que las disciplinas, pruebas, aflicciones y las pérdidas materiales para el cristiano, son una señal de que Dios no está con nosotros!

Sal 3:3 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;  Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.

Comentario: Esta es una afirmación de un corazón, que aunque atribulado, permanece confiado en el Dios de su salvación. Decenas de cientos de grandes sermones han sido proclamados a partir de este versículo, y no pretenderé ni intentaré copiar o superar lo que hombres que me antecedieron han escrito más hábilmente. Sólo le pido que se fije en dos aspectos dignos de ponderar: el primero; el Señor fue su protector. El segundo; el Señor fue su ánimo y consuelo.

Jehová fue su protector. Gracias a Dios por esos momentos en los que ningún hombre nos puede ayudar. Dichos momentos se presentan en la vida del creyente, a menudo, para que entre otras cosas relacionadas con la Providencia del Dios, el creyente recuerde que su ayuda y su protección no vienen de ninguno de los mortales, sino del Dios vivo. Esa expresión «alrededor de mí» es extraña porque ningún escudo ofrece una protección de quien lo porta de 360 grados.  ¡Pero el Señor sí! El Señor, tanto a David como a nosotros, nos protege del mal que podemos ver en frente de nosotros, como del mal que no podemos, porque se fragua a nuestras espaldas.

Jehová fue su ánimo y consuelo. ¿Acaso no es en los momentos de pérdida e incertidumbre en los que solemos perder buena parte del aliento que parece quedarnos? Piensen en David. Destronado con ayuda de Ahitofel, otrora su íntimo consejero. Perseguido por aquel que era «sangre de su sangre y hueso de sus huesos«. Despojado de la gloria y de las riquezas de su reino. Con pocos hombres de guerra para encarar al enemigo… Pero justo cuando muchos de nosotros hubiésemos claudicado, él parece decirnos: «no importa si no tengo ejércitos miles para mi defensa… no importa si mi ánimo ha decaído un poco… no importa si he perdido la gloria del trono de Israel… lo que importa es esto: ¡Aún Jehová es mi escudo, y Él siempre me defenderá! ¡Aún Jehová es mi gloria, y a Él nunca lo perderé! ¡Aún Jehová es el que levanta mi cabeza, y con Él siempre podré seguir adelante!«

¡Qué hermosa lección para nosotros, hermanos! Aprendamos de David, a pensar en la grandeza e inmutabilidad de sus atributos, y como David, aprendamos a confiar más y más en el Dios que es nuestro escudo, nuestra gloria y nuestro ánimo.

Sal 3:4 Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Selah

Comentario: Este es un hermoso recorderis de la certeza que los hijos de Dios tenemos de que el Padre nuestro, siempre responde nuestras oraciones.

Otro aspecto para notar es este, aunque obvio: Dios no sólo responde las oraciones de sus hijos (conforme estas sean acorde a su voluntad 1 Juan 5:14-15) sin importar las situaciones en las que ellos se encuentren, sino que también lo hace sin importar dónde ellos se encuentren. Lo anterior es pertinente señalar, pues existen personas que creen que Dios sólo responde las oraciones en ciertos lugares como templos, etc. Recordemos, David estaba siendo perseguido y estaba lejos de casa, y Jehová, desde Su trono en el cielo (representado aquí por Sión, su monte santo en Jerusalén) le respondió y fue propicio a la necesidad de su siervo en tiempos de angustia y tribulación.

Nota: Cuando leamos ese Selah (y deberíamos leerlo), no nos olvidemos de hacer una pausa para meditar en la profundidad de eso que acabamos de leer.

Sal 3:5 Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba.

Comentario: Este es uno de los muchos resultados que produce la gracia de Dios en la vida de quienes en Él confían: paz y descanso corporal. Note que el reposo corporal viene luego del reposo espiritual; en otras palabras, el descanso corporal que Dios le concedía a David, vino después de que David reposara en Él y en sus promesas de cuidado, proteción y provisión.

Es a menudo que escuchamos cómo las personas pierden su sueño a causa de deudas, discusiones, problemas y similares. Si bien el caso de David fue uno que a muchos de nosotros, estoy seguro, nos hubiera tenido «desvelados» por algún tiempo, también dicho caso ilustra para los hijos de Dios una promesa que no debemos dudar en reclamar, si es que estamos confiando plenamente en el Señor, como testifican los v3-4.

¿Queremos descansar nuestros cuerpos en la noche, aún en medio de cualquier dificultad o prueba? ¡Tal cosa es buena y necesaria… sólo cerciorémonos primero de estar en paz con Dios y de confiar en sus promesa para con nosotros, siempre teniendo en cuenta que Jehová sustenta a los suyos.

Nota: Muchos son los padres que leen este salmo a sus hijos, sin darse cuenta que, a menos que ellos mismos les enseñen a buscar la paz de sus almas por medio de la fe en Cristo, esta hermosa promesa correrá el riesgo de convertirse en «parte diaria de un rezo infructuoso».

Sal 3:6 No temeré a diez millares de gente, Que pusieren sitio contra mí.

Comentario: Es una figura hiperbólica que denota la plena confianza en el Señor, independiente del número de sus enemigos, del poder de sus ejércitos, o de lo angustiosa de su situación.

Vale la pena recordarle al lector que esta es otra promesa de la que todos los hijos de Dios se pueden apropiar hoy, tal cual lo hizo David en aquel entonces.

Sal 3:7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste.

Comentario: No piense el lector, que David, después de haber confiado en el Señor, y después de haber descansado tanto espiritual como físicamente, ahora se llena de angustia justo antes de concluir el salmo. Por el contrario, esta es una confirmación de su confianza basada en dos aspectos: 1) Quién es el Señor (Jehová es el Dios de nuestra salvación), y 2) De cuántas veces el Señor le había sido propicio en ocasiones anteriores. (Por mencionar un par de ellas: cuando Saúl lo perseguía 1 Samuel 24:2, y cuando venció a Goliat (victoria que animó a los soldados israelitas a perseguir y a derrotar a los filisteos 1 Sam 17:52)

Ahora, ¿creen ustedes que el Señor habría de abandonar a merced de los impíos, a alguien que confiaba plenamente en Él y que estaba convencido que Él era poderoso para salvarlo? Puede que Dios quisiera probarlo, reprenderlo, disciplinarlo, y ciertísimamente castigarlo a causa de su pecado… el Señor «pudo haber tenido esto en mente«, pero jamás –escuche bien el lector– jamás el Señor «tiene en mente» abandonar a una de sus ovejas. ¡Cuán confiados podemos estar en Dios (como David lo estuvo) –en medio de cualquier situación. ¡Cuánto reposo hallaremos meditando en Su bondad, en Su amor para con nosotros, en Su infinita misericordia y en ese cuidado paternal que nos provee la certeza de que nunca seremos desamparados!

Sal 3:8 La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah

Comentario:

No existe nada más confortante para los hijos de Dios que el ser recordados que la ayuda «no viene ni del poder de los carros o los caballos«, sino de Él. Si el Señor así lo dispone, salva; y si así no dispone, entonces no salva. Pero sabiendo por la Escritura que el Señor salvó, que Él continúa salvando, y que Él siempre salvará a los suyos, ahora nosotros –los suyos– podemos reposar en esa sublime verdad, para que reposados en esa verdad, procedamos sin vacilación alguna a testificar a otros de esa verdad, tal y como lo hizo David con nosotros las palabras «La salvación es de Jehová«

Pero ¡vaya manera maravillosa de terminar este salmo! David no termina diciendo «¡bendíceme Señor, bendíceme!» sino «¡bendice a tu pueblo, Señor!; Sobre tu pueblo sea tu bendición.» Si David piensa en él como parte del pueblo de Dios, o sí él tenía en mente el pueblo que había quedado atrás en manos de Absalón, es algo que no podemos determinar. Lo que sí podemos concluir con plena certeza es que, la bendición de Dios, sólo se le pide a Dios para ser derramada sobre el pueblo de Dios. (Recordemos el principio «no tireis las perlas delante de los cerdos» Mateo 7:6)

David no pide bendiciones para los impíos que lo perseguían, sino para los piadosos; y tal ejemplo nosotros debemos seguir: quienes integramos el pueblo de Dios debemos orar pidiendo al Señor bendiciones para el pueblo del que somos parte. Si alguien pregunta, ¿puedo continuar diciéndole a los incrédulos «Dios lo bendiga» como parte de mi hablar con ellos?, al tal, yo le respondería: ¡No, mejor no lo hagas! ¡Mejor proclámales el Evangelio y explícales por qué la bendición de Dios sólo está para quienes forman parte del pueblo de Dios, luego de haber creído en el Evangelio!

Conclusión / Aplicación

«La salvación es de Jehová«, afirmó David, cuando estaba siendo perseguido para ser asesinado. Jonás también exclamó: [… ] «La salvación es de Jehová Jonás 2:9«, cuando estaba en el vientre del gran pez. Ahora te pregunto, ¿en qué situación te encuentras, ¿es tu situación tan apremiante como la de David, o tan angustiante y oscura como la de Jonás? Si eres hijo de Dios, y sin importar cuál sea tu situación actual, lee de nuevo el v8 La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición, y espero que después de haber hecho el Selah (o de haber meditado en lo que leíste) puedas llegar a esta conclusión:

¡Tu salvación es de Jehová, y la bendición de Jehová es tuya!

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