Comentario al Salmo 2

El Reino del Ungido del Señor

Sal 2:1 ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?
Sal 2:2 Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:
Sal 2:3 Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.
Sal 2:4 El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.
Sal 2:5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.
Sal 2:6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.
Sal 2:7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.
Sal 2:8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.
Sal 2:9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.
Sal 2:10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra.
Sal 2:11 Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor.
Sal 2:12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.

Prefacio: Es bueno comenzar este salmo dejando algo en claro: no son pocos los teólogos que argumentan que David escribió este salmo después de haber atravesado circunstancias de oposición en el establecimiento de su reinado. David –según ellos– inspirado por el Espíritu, hace uso de un lenguaje que debe ser interpretado literalmente, y su sentido adjudicado exclusivamente a las circunstancias de David como Rey de Israel. Si bien este no es el caso de los teólogos reformados, haríamos mal en ignorar el hecho de que al venir a este salmo, nos encontramos con algo especial, y a la vez maravilloso; a saber, que este salmo puede hablarnos de David hasta cierto punto y en cierto grado, pero que ciertísimamente nos habla mayormente de su hijo en la promesa, del Cristo… del Mesías… de Aquel que es Dios, Señor y Salvador.

Es como si el salmo fuese un delicado hilo compuesto de dos hebras de hermosa y fina seda. La primera hebra, puede describir algunos aspectos de David como Rey de Israel, pero la segunda, ciertamente describe al Mesías como el Rey de Su pueblo. La primera, parece describir algunas luchas y estragos del reino de David en su «extensión geográfica», en tanto que la segunda hebra muestra la oposición del mundo entero al reino del Mesías.

Entonces, la ilustración del hilo de dos hebras tiene sentido cuando recordamos que ambos son reyes, que ambos sufrieron oposición, y sobre todo, que David es un tipo de Cristo; es decir, que muchos aspectos en la vida de David proyectaban realidades que se materializarían en la persona «del hijo de David», es decir, del Cristo. El hecho de que David parece hablar en tercera persona hasta el v6, y que Cristo habla ciertísimamente en primera persona en el v7, contribuyen a probar más allá de la duda razonable que este es un salmo Mesiánico, es decir, que «retrata» al Mesías en cualquier aspecto de su persona, vida, obra redentora, reino y gloria.

Así que, sin perder de vista la ilustración del «hilo de dos hebras» del que hablamos antes, pero teniendo en claro que este es un salmo claramente Mesiánico, examinemos las riquezas doctrinales y devocionales que yacen en este salmo por inspiración del Espíritu Santo para beneficio nuestro.

Sal 2:1  ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?

Comentario: Un abrupto comienzo, sin lugar a dudas. Un comienzo marcado con el ruido estrepitoso de lo que parece ser una multitud amenazante: esa es la idea del verbo amotinarse en el idioma hebreo. Aquí tenemos una manifestación externa de la oposición de la que el salmista procederá a hablarnos más adelante. Pero dicha oposición se manifiesta también de manera interna: los pensamientos vanos al respecto de Aquel en contra de quien se amotinan. Esto nos enseña que no es posible separar un sentimiento de sus manifestaciones. Por ejemplo, si alguien odia a Dios, su odio se manifestará tanto externamente (por medio de gestos, burlas y palabras) y de manera interna, por medio de pensamientos. De hecho, si alguien odia a Dios, lo hará con todo su ser, no sólo pensando de Dios de manera abominable, sino haciendo y diciendo cosas abominables en su contra. El punto del salmista, sin embargo, es allanar el camino del v2 mostrando que el odio del hombre natural para con el Cristo de Jehová es de carácter universal. No sólo proviene de una región o pueblo en particular, sino de todas las naciones. Todas las naciones se diferencian la una de la otra por su geografía, costumbres, y por su modo de vestirse y alimentarse entre otras cuestiones; pero todas ellas tienen algo en común: su odio propio, y el odio de los gobernantes que las representan en contra del Cristo. En ese sentido podemos proseguir leyendo el v2.

Sal 2:2  Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Sal 2:3  Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.

Comentario: Algunos comentaristas singularizan a David como el objeto del odio, y a las naciones enemigas circunvecinas como los aborrecedores. Teniendo en cuenta la ilustración del hilo de dos hebras, tal entendimiento del texto no es descabellada. Es común notar que otros intérpretes particularizan los «reyes de la tierra» a: 1) Herodes «el grande», rey de Judea quien quiso asesinar al Cristo recién nacido; 2) Herodes «el Tetrarca», quien es llamado rey (Mar 6:14) y quien se burló del Señor; 3) Pilato, el gobernador de Judea y representante del Emperador, quien condenó a muerte al Señor.

A pesar de la veracidad de lo anterior, en este texto creo más conveniente generalizar que singularizar o particularizar el texto. Como se argumentó en el análisis exegético del v1, los «reyes de la tierra, Y príncipes» es un lenguaje genérico –por no decir, universal– que hace referencia a la oposición general de las naciones hacia el Señor y hacia Su Cristo (aquí representado como Su ungido), no sólo en el tiempo de David, o en el tiempo del Mesías, sino a lo largo de todos los tiempos.

Aquellos que en el Antiguo Testamento eran parte de las naciones circunvecinas de Israel, es decir, aquellos que NO eran parte del pueblo de Dios, rara vez fueron amigables con el remanente que albergaba la promesa del Mesías. Pero otro aspecto es digno de observar: nótese que no solo las gentes y los pueblos del v1 odian al Señor, sino que en este versículo se hace clara alusión a quienes los gobiernan los reyes de la tierra y príncipes. El salmista relaciona tanto a dirigentes nacionales como a dirigidos, ambos en oposición al Señor. No es de sorprendernos que los impíos elijan gobernantes conforme a sus concupiscencias y malicias. Lo que estos miserables que eligen no pueden discernir, es que aquellos a quienes ellos eligen, ultimadamente son instrumentos usados por Dios para juzgar a quienes los eligieron. ¡Cuánto debemos desear, anhelar y orar por gobernantes justos!

Pero otro punto digno de observar en este versículo, es el lenguaje Trinitario que usa el autor inspirado: «contra Jehová y contra su ungido». La palabra «ungido» en el idioma original Hebreo es mashiaj (מָשִׁיחַ), del cual se deriva el término meáiah, del que tomamos la palabra Mesías en el castellano. Así que, siendo este salmo mesiánico por excelencia, y dadas las particularidades del lenguaje usado, no hay duda de que el autor hace clara referencia a la primera y a la segunda persona de la Trinidad «Jehová y […] su ungido«.

Luego de haber determinado el odio de todos los pueblos de la tierra en contra del Dios Trino, el siguiente versículo desarrolla la «reacción» de ese Dios Trino a manera de un antropomorfismo. Leamos el v4.

Sal 2:4  El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Sal 2:5  Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.

Comentario: Aquí encontramos un antropomorfismo (un antropomorfismo es una figura que asigna partes o características humanas a Dios, que desde luego no es humano. Ej. La mano de Dios, la boca de Dios, el aliento de Dios, etc. Así pues, el uso de este antropomorfismo (Dios […] se reirá; El Señor se burlará […] Dios hablará) proyecta de manera muy gráfica y en un lenguaje que nosotros podemos entender, la respuesta del Dios vivo. Su risa denota el carácter irrisorio e infructuoso de los intentos del mundo por oponerse al Señor. Usted puede oponerse a un contrincante en una lucha y salir victorioso; usted puede resistir fuerzas que vienen en dirección opuesta a donde usted se ubica, y puede resistirlas… ¿pero vencer a Dios, ¿poder resistir la justicia retributiva de Dios después de haberlo injuriado, insultado y burlado, ¿podrá ser eso posible? ¡desde luego que no! De ahí que el autor sea inspirado a decir El Señor se burlará de ellos.

Puede verlo de esta manera: como humanos nos reímos de alguien cuando él o ella dice algo absurdo. Bien, en ese orden de ideas, es como si el Señor se riera de las absurdeces que piensan, y de los planes que hacen aquellos que lo aborrecen. Esto podría sonar fuerte, pero en aras de una mejor comprensión, imagínese esa risa como una risa de desprecio y de burla hacia quienes creen que sus esfuerzos van a dar fruto.

El salmista efectivamente afirma que para los aborrecedores del Altísimo, solo habrá furor e ira. Es necesario dejar en claro que cuando la Escritura habla de furor e ira, atribuyéndoselas a Dios, no lo hace porque Dios pueda ser provocado a ira como lo somos nosotros, o porque llegó el día que «se le llenó la copa» y luego «estalló» en ira. De nuevo, el lenguaje usado es una manera de habla que el autor inspirado usa para que sus lectores (usted y yo) entendamos en términos humanos lo que les aguarda a todos aquellos que persisten en oponerse al Señor.

Pero a pesar de todo lo que planeen mis opositores y de la futilidad de sus planes, yo sí tengo un plan… eso es lo que parece ahora decir Jehová. Concurro con lo que dice Barnes

«ellos tenían sus planes y Dios tenía el suyo; ellos pretendían deshacerse de su autoridad y evitar su propósito de establecer al Mesías como rey, pero Jehová resolvió, por el contrario, llevar a cabo sus propósitos, y lo haría por medio de Su Hijo unigénito, el Mesías.»

Sal 2:6  Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte.

Comentario: El plan de Dios es un plan victorioso; un plan inalterable; un plan eficaz… un plan glorioso. ¿Cuál es ese plan? Podríamos pensar que es como si el Señor dijese: «No importa cómo, cuándo y de que manera se amotina el mundo… no importa lo que piensen… no importa cuánto me odien… su paga será furor e ira, y mi plan eterno es el establecimiento de mi Hijo como Rey

No debería sorprenderle al amable lector que el autor inspirado afirme que el Mesías reine sobre Sion. Sion es es el monte sobre el cual el Gran Templo fue edificado en Jerusalén en los tiempos de Salomón. Sin embargo, no podemos perder de vista su significado profético: Sion equivale en términos proféticos Neotestamentarios a «la ciudad del Dios vivo» Heb 12:22. Haciendo referencia a Sion, MacArthur dice

«Este es sinónimo del cielo mismo» …

Poole afirma

«esto no debe entenderse literalmente como el monte sobre el que se construyó la ciudad de David […] sino como ese monte que es más alto que el más alto, tan alto como el cielo mismo» …

y esto es verdad: no siendo el reino del Señor «de este mundo» (Juan 18:36), es natural concluir que el Señor reina desde los Cielos, y que Sion en este versículo se refiere a eso, a los cielos.

Ahora –y le pido al lector que preste atención y tenga paciencia– creo que otros comentaristas también aciertan al argumentar que Sion, en el lenguaje Neotestamentario, corresponde a la iglesia. Gill dice:

«Sion es la iglesia»

El conocido y recomendado comentario de los autores Jamiesson-Fawcett-Brown argumenta al respecto de Sion:

«la Iglesia misma vino a llamarse del mismo modo»

y Mattew Henry dice:

«El trono de Cristo está establecido en su iglesia, esto es, en el corazón de los creyentes»

Sea cual sea el significado de Sion, cielo o iglesia, el punto es el mismo: el reino del Ungido de Jehová no es de este mundo y por tanto, jamás gobernará a este mundo desde algún lugar de este mundo, y muchísimo menos, se establecerá en este mundo tal y como lo afirman algunos hermanos premilenialistas.

En virtud de lo anterior se concluye que, visto desde la primera arista del ángulo, el reino del Cristo es desde los cielos sobre el mundo entero, pero visto desde la segunda arista, el reino del Cristo es en el seno de Su iglesia y sobre los integrantes de Su iglesia. Esas dos realidades NO son mutuamente excluyentes, de hecho, la segunda realidad es de alguna manera contenida en la primera; es decir, en virtud de que Cristo gobierna sobre el universo entero, por necesidad, Cristo gobierna de manera particular en y sobre su iglesia.

Sal 2:7  Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.

Comentario: Reconozco que soy indigno de expandir este pasaje más allá de la luz que tengo al respecto de las enseñanzas de la Escritura en su todo, por lo que prosigo con cautela. Sin embargo, varias cuestiones son importantes tener en cuenta:

La primera. David deja de hablar en tercera persona del Cristo (v1 al v6), y ahora es evidente que ese Cristo comienza a hablar en primera persona de sí mismo: «Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy«.

La segunda. El versículo habla de «el decreto«; y ese decreto no es un decreto humano, sino que es claramente Divino. Ahora bien, estando el Cristo hablando de «el decreto» de Jehová (Su Padre), es pertinente decir que, de manera general, ese decreto hace referencia al plan eterno, según el cual, y de acuerdo con Su voluntad y para Su gloria, Dios, desde la «eternidad pasada» preordenó todo lo que habría de suceder. Pero de manera particular, es decir, a la luz de este contexto, ese decreto hace referencia al propósito Real establecido para el Cristo; en palabras de Barnes

«Aquí (decreto) no se refiere a una ley que (el Cristo) debía obedecer, sino a una ordenanza o estatuto en lo que respecta a Su reino; (la palabra decreto) habla del solemne propósito de Jehová al respecto del reino que el Mesías debía establecer […]»

La tercera. El Mesías es el hijo de Dios. La expresión «Mi hijo eres tú» hace referencia, de acuerdo al uso del idioma hebreo, a aquella relación única que el Cristo tiene con Jehová, y que sólo se puede comparar con la que un hijo humano sostiene con su padre. De hecho, dice Barnes:

cuando el término «Mi hijo eres tú» es usado de este modo, su uso implica una igualdad entre la naturaleza del Padre como del Hijo. Este es un término que no se podría aplicar a un simple hombre […] y es tal, que tampoco se puede aplicar a los ángeles Heb 1:5 […] por tanto, la aplicación de este término muestra que por necesidad, se tiene que estar hablando de Alguien cuya naturaleza es superior a cualquiera de los dos antes mencionadas.

La cuarta. ¿Cuándo se inició esa relación entre el Mesías y Jehová? Muchos en este punto responden de manera desprevenida «el día en el que Jehová le dijo al Mesías «Yo te engendré hoy«. Pero esto no es así por que la Escritura nos enseña de principio a fin que el Hijo es Dios.

Observemos algunos puntos de interés:

(1) El Mesías tendría el nombre de Emmanuel, que significa «Dios entre nosotros» Isa 7:14
(2) El Mesías sería llamado «Dios fuerte» Isa 9:6
(3) Jua 5:18Por esto los judíos aun más procuraban matar… (al Señor Jesucristo) […]  [porque] también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Los judíos sabían que la relación Padre e Hijo implicaba que ambos compartían la misma naturaleza Divina.
(4) El Señor Jesús no corrigió a Tomas cuando él le dijo «¡Señor mío, y Dios mío!» Jua 20:28
(5) El Señor Jesús no corrigió tampoco al sumo sacerdote cuando acusándole le preguntó «Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios«a lo que el Señor respondió en el v64 «Tú lo has dicho» Mat 26:63-64

Todas las anteriores evidencias deben llevar a preguntarnos si el Mesías (el Cristo, el Ungido del Señor) siendo Dios (tal y como lo hemos probado) pudo haber comenzado a existir cierto día, como lo afirman algunos. ¡La respuesta es obvia, y es ¡No!

Además de lo anterior, pensar en el Ungido de Jehová (en el Cristo… en el Mesías) como alguien que no es eterno, es algo de hecho absolutamente irracional: Pensar que el Creador mismo fue creado es irracional. Porque la Escritura, hablando de Cristo, dice: Col 1:16 Porque en él (en Cristo) fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él (de Cristo) y para él (para Cristo)

Aporte adicional:

Usando el método de reducción al absurdo, asumimos que la postura de la secta de los falsos testigos de Jehová al respecto de Cristo como criatura, es verdadera. Es decir, asumiremos que Cristo fue creado por Jehová como dicen ellos.

El problema es que de inmediato llegamos a una absurda contradicción: si Cristo fue creado por Jehová, entonces Cristo no pudo haber sido creado por Jehová. Es evidente que esta es una contradicción. Ahora, ¿por qué es absurda? Porque la Escritura deja muy en claro en Juan 1:3 que «sin Cristo, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho» y que «todo fue creado por Cristo«, Col 1:16.

Al llegar a la absurda contradicción «si Cristo fue creado por Jehová, entonces Cristo no pudo haber sido creado por Jehová» se prueba que la premisa con la que comenzamos el razonamiento es falsa. Luego, si la premisa correcta NO ES Cristo fue creado por Jehová, sigue que la correcta ES Cristo no fue creado por Jehová.

¡Y eso es lo que precisamente nos enseña la Escritura! De hecho, Jehová no creó absolutamente nada sin Cristo, tal y como lo dice el Apóstol Juan en Juan 1:3 (de manera negativa), y el Apóstol Pablo en Col 1:16 (de manera positiva)

En cualquier caso, lo anterior demuestra que Cristo NO fue creación de Jehová, SINO que pone en clara evidencia que Él es el mismísimo agente creador y por ende, no puede ser nadie más o nadie menos que Dios mismo.

Consideraciones finales: Entonces, si bien la expresión «Yo te engendré hoy» es interpretada por algunos como el momento en el que Cristo encarna en un cuerpo humano por obra y gracia del Espíritu Santo; por otros como el momento de Su nacimiento; y por otros como el momento de Su resurrección, el sentido más apropiado de la expresión «Yo te engendré hoy» es que el Hijo proviene de la misma esencia del Padre, y por tanto es Dios como el Padre: igual en poder, honor, gloria y Señorío. [lea el comentario al v12 de este salmo en el que se prueba, una vez más, que el Ungido de Jehová tiene que ser Dios]

Sal 2:8  Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Sal 2:9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

Comentario: Este versículo proyecta una imagen tanto presente como futura. Es como un escorzo profético: se cumple ahora y se cumplirá al final de los tiempos, más precisamente el día del Juicio. Es una realidad presente, en el sentido de que Cristo resucitó de los muertos y se sentó a la diestra del Padre, gobernando sobre todo

«principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero» Efesios 1:20-23

Pero es a la vez una realidad escatológica que aún ha de cumplirse en su plenitud

pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, v13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies Heb 10:12 

Para confirmar el razonamiento anterior, tenemos un pasaje esclarecedor que reconcilia aquella realidad del gobierno pleno de Cristo en el presente y aquella del gobierno eterno de Cristo en el futuro (futuro en el que sus enemigos serán subyugados). En 1 Cor 15:25, al Apóstol Pablo nos dice dos cosas de gran utilidad: la primera es… qué hace Cristo ahora: «Porque preciso es que él reine«. ¡Cristo reina ahora! que en esencia es lo mismo que nos dice el pasaje de Efesios 1:20-23. La segunda es… qué sucederá en ese reinado de Cristo: «hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies» ¡Cristo subyugará a todos sus enemigos! que es en esencia lo mismo que nos dice el pasaje de Hebreos 10.

Recapitulando en preparación para la conclusión: Efesios 1 nos dice «Cristo reina ahora desde los cielos (el Sion espiritual) sobre todos, claro está, y de manera particular sobre su iglesia electa» … Hebreos 10 nos dice que «Cristo espera» a que Dios coloque a todos sus enemigos por estrado de sus pies (No se entienda el verbo esperar como pasividad o inercia. Entiéndase como el desarrollo de la Providencia de Dios conforme sus designios eternos) y 1 Corintios 15 confirma las verdades a las que apuntan ambos versículos.

¿Para qué todo lo anterior? Todo lo anterior para llegar a esta sencilla, pero importantísima conclusión a la luz de lo que nos dice el Salmo a partir del v6: Cristo es Rey y Él preside su reino desde Sion (desde el cielo mismo, o desde el seno de su iglesia – como sea que usted lo interprete), y su reino es sobre el universo entero en un sentido general, pero sobre su iglesia en un sentido particular o pactual; en otras palabras: Cristo es el rey de su reino, que es la iglesia. Tal y como dice la Confesión de Londres de 1689 en su capítulo 26 al respecto de la iglesia:

Sin embargo, Cristo siempre ha tenido y siempre tendrá un reino en este mundo, hasta el fin del mismo, compuesto de aquellos que creen en él y profesan su nombre

Para meditar: A manera de conclusión, consideremos el hermoso final de este Salmo

Sal 2:10  Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Sal 2:11  Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Sal 2:12  Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.

Las palabras Ahora, pues, se convierten en la antesala del ruego evangélico con el que termina este salmo. Es un ruego de carácter universal jueces de la tierra. Es un ruego para todo el mundo a que Honre al Mesías hijo de Dios. Pero es un ruego que va acompañado por una solemne advertencia en caso de que ellos persistan en su desdén, desprecio y rebeldía hacia Dios y su Cristo: para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira.

De estos últimos versículos también se puede mirar la Divinidad del Hijo. La palabra «honrar» en el Hebreo proyecta la imagen de alguien que besa a manera de saludo, o que se apega a aquel a quien se saluda. Fíjense lo que dice Éxodo 20:5 hablando de la idolatría

No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. 

Ahora recuerde lo que dice nuestro Salmo: Sal 2:12 Honrad al Hijo.

¿A qué conclusión llegamos de manera natural pero concluyente al comparar estos dos textos? A la conclusión de que sólo podemos honrar a Dios. Ahora bien, si sólo podemos honrar a Dios, y el v12 de nuestro Salmo nos dice que si queremos vivir tenemos que honrar al Hijo, sigue que el Hijo es Dios y que debemos honrarlo.

Sería imposible admitir que Dios, siendo celoso por su gloria y aborreciendo que alguien le rinda culto a algo o alguien que no sea Él mismo, ahora nos pida que honremos al Hijo. Hermanos, ¡Cristo es Dios!

En resumen, esto es lo que dice el salmo:

Los planes de este mundo rebelde v2, que hace, dice y piensa lo malo en contra el Señor v1, v3, son irrisorios y jamás tendrán fruto v4. Por el contrario, dichos planes serán correspondidos por el Señor con furor e ira v5.

Pero el Señor ha designado a su Cristo como Rey v6; un Cristo cuyo dominio es universal v8 pero cuyo reino es particular sobre su iglesia v6; un Cristo que es coeterno con Jehová v7, y por ende igual a Él en honor, gloria, poderío y majestad. ¡Y he aquí el llamado evangélico! … este Salmo llama a recapacitar y a aceptar el consejo v10; ¿cuál consejo? Sujetarse al Dios del Pacto (Jehová es Su nombre) v11, por medio de la debida honra de Su Cristo v12, porque a menos que honren a ese Cristo, que es Dios (v7, v12), la ira de Dios vendrá sobre quienes no procedan a aceptar este consejo.

Ahora, ¿de qué manera se honra al Cristo v12a, para que la ira de Jehová no se manifieste v12b? ¡Confiando en Él, en su vida perfecta como base para la juisticia por medio de la fe, en su muerte sustitutiva como base para el perdón de pecados y en su gloriosa resurrección como esperanza de vida eterna! … eso dice la Palabra: ¡A Cristo se le honra confiando en Él, pues el texto dice Bienaventurados todos los que en él confían! v12c.

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